miércoles, 30 de septiembre de 2020

The Craftsman - Richard Sennett

Richard Sennettek 2008an argitaratu zuen "The Craftsman" (Artisaua) liburuan pasarte batzuk dedikatzen dizkio arkitektura eta teknologia berrien erabilerari... eztabida mamitsua dugu hemen:


“Un ejemplo de este mal uso tiene lugar en el CAD (diseño asistido por ordenador), programa de software que permite a los ingenieros diseñar objetos físicos y a los arquitectos generar en pantalla imágenes de edificios.(…). Permite modelar al instante productos que van de tornillos a automóviles, especifica con precisión su ingeniería y dirige su producción real. En el trabajo arquitectónico, sin embargo, esta tecnología necesaria encierra también el peligro de mal uso.

En el campo arquitectónico, el diseñador establece en pantalla una serie de puntos; los algoritmos del programa conectan los puntos para formar una línea, en dos o en tres dimensiones. El diseño asistido por ordenador se ha hecho prácticamente universal en los estudios de arquitectura por su rapidez y precisión. Entre sus virtudes está la capacidad para rotar imágenes, de modo que el diseñador puede ver la casa o el edificio de oficinas desde muchos puntos de vista. A diferencia del modelo físico, el modelo de pantalla puede ser rápidamente alargado, encogido o dividido en partes.(…)

¿Cómo es posible hacer mal uso de una herramienta tan útil? Cuando el CAD se incorporó a la enseñanza de la arquitectura para sustituir el dibujo a mano, una arquitecta joven del MIT observó que «cuando dibujas un terreno, cuando colocas en él las líneas de nivel y los árboles, se te queda grabado en la cabeza. Llegas a conocer el lugar de una manera que resulta imposible con el ordenador… El conocimiento de un terreno se adquiere trazándolo una y otra vez, no dejando que el ordenador lo “regenere” para ti». No se trata de nostalgia: la observación de esta arquitecta señala lo que se pierde mentalmente cuando el trabajo de pantalla sustituye al dibujo físico. Lo mismo que otras prácticas visuales, los esbozos arquitectónicos son a menudo imágenes de posibilidades; en el proceso de plasmación y perfeccionamiento a mano de estos esbozos, el diseñador se comporta precisamente como un jugador de tenis o un músico, esto es, se implica profundamente en él, madura el pensamiento acerca del mismo. El terreno, como observa esta arquitecta, «se te queda grabado en la mente».

El arquitecto Renzo Piano explica su propio procedimiento de trabajo en estos términos: «Comienzas por un bosquejo, luego haces un dibujo, después produces un modelo y finalmente vas a la realidad -vas al terreno específico- para volver luego a dibujar. Creas una especie de circularidad entre dibujar y hacer». En lo que respecta a la repetición y la práctica, Piano observa: «Esto es muy típico del enfoque artesanal. Piensas y haces al mismo tiempo. Dibujas y haces. El dibujo… es revisado. Lo haces, lo rehaces y lo vuelves a rehacer.» Esta cautivante metamorfosis circular puede quedar abortada por el CAD. Una vez establecidos los puntos en la pantalla, los algoritmos se ocupan de trazar el dibujo; el mal uso depende de que el proceso sea un sistema cerrado, una relación estática entre medios y fines, pues en ese caso desaparece la «circularidad» de la que habla Piano. El físico Víctor Weisskopf dijo una vez a los estudiantes del MIT que trabajaban exclusivamente con experimentos informatizados: «Cuando me mostráis ese resultado, el ordenador comprende la respuesta, pero no creo que vosotros la comprendáis.»45

El diseño asistido por ordenador encierra peligros particulares cuando se trata de pensar edificios. Dadas las capacidades de la máquina para borrar y redibujar de manera instantánea, observa el arquitecto Elliot Félix, «cada acción es menos sistemática de lo que sería en el papel…, menos cuidadosamente meditada». Este peligro se puede evitar volviendo al dibujo a mano; más difícil de contrarrestar es el problema de los materiales de que está hecho un edificio(…): lo que aparece en pantalla, encuadrado con una unificación como nunca se da en la visión física, tiene una coherencia inverosímil.
(…)
Lo táctil, lo relacional y lo incompleto, son experiencias físicas que tienen lugar en el acto de dibujar. El dibujo representa una gama más amplia de experiencias, lo mismo que la escritura, que abarca la revisión editorial y la reescritura, o que la ejecución musical, que comprende la repetida exploración de las misteriosas cualidades de un acorde determinado. Lo difícil y lo incompleto deberían ser acontecimientos positivos en nuestra comprensión; deberían estimularnos como no pueden hacerlo la simulación ni la fácil manipulación de objetos completos. La cuestión —me gusta insistir en ello— es más complicada que la simple oposición de la mano y la máquina(…). Por esta razón Renzo Piano, diseñador de objetos muy complicados, vuelve, en un proceso circular, a dibujarlos a mano a grandes rasgos. Los abusos del CAD ilustran cómo, cuando la cabeza y la mano se separan, la que sufre es la cabeza.”

SENNETT, Richard. El artesano. Barcelona: Ed. Anagrama, S.A., 2009. Trad. Almarini, Marco Aurelio. Ed. original: The Craftsman. Yale University Press. New Haven, 2008. pp. 55-61.

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